“Todo pasa, nada permanece”. 

No es que haya que recurrir a Heráclito para darse cuenta de que la situación de confinamiento en que nos encontramos tendrá un fin. Y de que la normalidad que teníamos por costumbre probablemente también sea algo pasajero y que tampoco vuelva a ser igual nunca.

En cualquier caso, y pese a que las inversiones/presupuestos/apuestas económicas (o llamémoslo como queramos) se vean mermadas en estos tiempos convulsos, contar, siempre hay cosas que contar.

El estado de alarma me pilló en plena preparación de la campaña de prensa y redes sociales del ‘I Festival Online Mujeres de cine’, una iniciativa ya prevista y anunciada con anterioridad, que había nacido con ADN 100% online. Lo que está pasando ahí fuera es un horror, sí, pero la perspectiva de pasarlo comunicando (y disfrutando) un Festival Online de cine que es de los pocos proyectos culturales que no se han tenido que cancelar o posponer ha sido todo un aliciente. El reto en este caso era distinto: si cuando se planteó el festival la idea era hacerse hueco entre las 1.001 propuestas que a diario pueblan las páginas y calendarios de planes de los medios y de la gente, ahora el desafío era no-dejar-de-estar-destacadas entre todos esos (maravillosos) planes por internet surgidos al calor del confinamiento. El esfuerzo fue ímprobo y la cosa salió BIEN. ¿Queréis que os deje un impacto de los que más ilusión me hizo? Dentro vídeo de TVE.

Puedes verlo aquí.

Ya con el estado de alarma decretado, toda la gente que puede teletrabajar empezó a llevarlo a cabo y a buscar el modo de hacerlo de la manera más cómoda. Las casas de la mayoría, está claro, no están hechas para 40 horitas semanales de “oficina”. Fue en ese caldo de cultivo en que mis queridos Doos Interiorismo tuvieron su oportunidad de dar algunas claves de diseño de interiores y mobiliario, y de hablar de las dudas e inquietudes que más le estaban llegando al email de su tienda online DecoDoos en un reportaje sobre interiorismo y teletrabajo en El País.

 

Lo lees aquí.

Por los caminos de los días marcados por el #mequedoencasa tuve la oportunidad de conocer y charlar un rato con Antonio, el creador de los kits Jardín de la Alcarria y del Patio Cordobés. Había comprado uno de sus kits de lavanda hace un año en Brihuega, y un buen domingo de confinamiento me dispuse a plantarlo y cuidarlo, no sin antes (cómo no, deformación profesional) subirlo a stories. La magia de Instagram hizo el resto, y descubrí que detrás de esta iniciativa se encontraba todo un emprendedor con ideas muy claras asociadas a su proyecto: fue creado desde el punto de vista de la difusión del patrimonio cultural, de la dinamización a nivel local, de la sostenibilidad, y del souvenir turístico diferente y con sentido. Un 10. 

También durante estas semanas he vuelto a intensificar mis conversaciones con Liss da Silva, una artista con una voz impresionante que planea un tributo a La Oreja de Van Gogh, el lanzamiento de un nuevo single cuando todo esto pase, y que se animó con una canción sobre la crisis que estamos sufriendo.

Repensar qué hacer, y cómo y cuándo contarlo

Los días avanzaban entre reenfoques de planes de redes sociales (normalmente se trabajan con una antelación de 2 a 4 semanas): había que rebajar el tono de normalidad y adaptarlo a uno de latencia, calma y espera, con su dosis de optimismo, y sin caer en el retrato de la cruda realidad ni en el tan denostado oportunismo. Había que darle a la cabeza a fondo, y de paso, hablar un montón y pulir el más mínimo detalle por videoconferencia.

Las jornadas también transcurrían con avisos de proyectos a medio plazo paralizados, con la suspensión de otros que estaban en curso, y con la planificación de algunos para finales de año (¿no os parece lejísimos el otoño? A mí sí, pero en mi cabeza ya tengo en mente las fechas…). Lo que veía por la tele estaba empezando a ser tangible en mi casa (nunca mejor dicho), pero comunicar, seguía habiendo cosas que comunicar.

Y el paso de los días ha llevado a muchas compañías y organizaciones de todo tipo a sacar a la palestra su compromiso con la sociedad y su espíritu de responsabilidad colectiva. Donaciones y  proyectos solidarios se suceden: BENDITAS NOTICIAS, en situaciones tan extremas como las que vivimos es bonito ver que hay iniciativas que buscan aportar. Es así como he iniciado una colaboración con la empresa vallisoletana Patatas Meléndez, que ha instalado un puesto de servicio de comida en forma de foodtruck para ofrecer alimentos básicos a diario a 400 voluntarios en Ifema. No es la única de sus acciones ante esta crisis sanitaria: están donando periódicamente kilos y kilos de patatas al Banco de Alimentos y a otras entidades, y van a seguir haciéndolo hasta que esta pesadilla termine.

Patatas Melendez ContarloLa prensa se ha hecho eco en artículos como este.

Este es de momento, y a finales de la 3ª semana de confinamiento, el relato de lo que están siendo estos días para mí en lo profesional. Siento que a mi manera, con mis conocimientos y esfuerzo, estoy teniendo la oportunidad de ayudar a numerosas personas a hacer de este momento algo mejor. Y también siento que tengo suerte de estar entretenida en el día a día laboral. Las próximas semanas no sé cómo serán, pero estoy segura de una cosa: comunicar, seguirá habiendo cosas que comunicar. Desde mi hogar hasta que nuestra responsabilidad individual y colectiva siga siendo #quédateencasa, o desde mi querido coworking El Patio, o desde donde me pille cuando sea que todo esto acabe.

Y aquí estaré para quien lo necesite.