Se trata del deslumbrante debut del italiano Carlo Sironi, que ha despertado el entusiasmo de la crítica y el público internacional. En su primer largometraje, el cineasta hace gala de un estilo elegante y minimalista para crear un retrato sobrio e intimista con el peliagudo tema de los vientres de alquiler como telón de fondo. Una historia de amor imposible que bucea en la soledad, el amor, el paso a la madurez la libertad.

Protagonistas de esta historia, sutil y potente, son Ermanno (Claudio Segaluscio), un joven adicto a las tragaperras que se gana la vida cometiendo pequeños hurtos, y Lena (Sandra Drzymalska), una joven polaca embarazada de siete meses que llega a Italia para vender el bebé que espera a los tíos del joven en un proceso de adopción entre familiares que no es otra cosa que una gestación subrogada encubierta. La misión de Ermanno es vigilar a Lena y cuidar de ella durante su estancia en Italia. Luego, una vez que nazca la niña, deberá reconocerla como padre para poder dársela en adopción a sus familiares.

Frente a la complejidad de este tema, el cineasta decide plantear la situación desde todas sus controvertidas aristas. En lugar de tomar partido opta por un punto de vista íntimo y prefiere que sean los espectadores quienes se formen su propia idea acercándose a sus protagonistas con una sensibilidad descomunal.

 

Las interpretaciones de Caludio Segaluscio, sin experiencia previa en la interpretación, y de Sandra Drzymalska tienen un magnetismo y una fuerza que no se olvidan y que se amplifica en los psicodélicos planos bañados por un azul melancólico que asfixian y acorralan a los protagonistas.

A través de una puesta en escena rigurosa, marcada por la parsimonia de los diálogos, la fotografía en 4:3 de Gergely Pohárno y la música electrónica de Teoniki Rozynek, Sironi da muestra de un estilo sólido y personal alejado del melodrama y de los peligros del cine social.

Una película magistralmente filmada e interpretada sobre la timidez de los primeros afectos, la empatía, los límites de lo humanamente posible, el capitalismo que todo lo atraviesa, los vacíos emocionales, las zonas muertas a las que el sistema nunca presta atención y, cómo no, los bebés y los afectos como mercancía.

Premiada en Venecia (Premio NUOVOIMAIE Talent Award al Mejor Actor Revelación en la sección Orizzonti) y en el Festival de Gijón (Premio Fipresci a la Mejor Película en la sección “Rellumes”), la película ha sido nominada a los European Discovery 2020-Prix Fipresci de la Academia Europea de Cine que reconocen el debut de un cineasta emergente y la revista Variety incluyó a Sironi en su lista de diez jóvenes cineastas a seguir en este 2020. Asimismo, durante la pasada edición de la Berlinale, Sironi fue apadrinado por Paolo Taviani que se refirió a él como “un cineasta original y a contracorriente que sin duda dará que hablar”.

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